Hay un capítulo de Spaced, el 1.06, en el que los protagonistas se van a una rave. Parte del capítulo está grabado con ese estilo que caracterizaban a las apariciones del Neng en Buenafuente, zooms exagerados, desenfreno y chunta chunta a saco (de hecho me pregunto si el Neng en sí mismo no es un homenaje a ese capítulo y al personaje de Tyres).
Bueno, pues así nos sentíamos ayer por la mañana.
Despertar un sábado a las 8 menos algo de la mañana, con tus vecinos de abajo recién llegados de fiesta, poniendo música chunda chunda, no es la forma más bonita de empezar el fin de semana. De hecho, puede ponerte de una mala hostia que dure tooooodo el día (y así fue). Qué enegía, qué voces, qué poder emanaba de esa casa llena de jóvenes en estados alterados, qué tranquilas quedaron sus madres cuando se fueron de casa.
¿Y qué ibas a hacer?. A partir de esa hora ya es legal meter jaleo, ¿no?.
Y vaya si lo metieron.
Cuando salimos de casa, a eso de las 12, ya íbamos de los nervios. Y a pesar de estar justo al lado de una plaza muy transitada, nos parecía, por contraste, silencioso. Nunca había agradecido tanto salir a la calle en Madrid. Qué silenciosos parecen los coches después de un buen chun-chun-chun acompañando a tu desayuno.
Cuando regresamos sobre las 4 de la tarde estaba todo en silencio, por fin, las bestias se habían dormido o se les había acabado las drogas.
Ya estábamos saboreando el silencio.
Y a las 7 volvieron a arrancar, más calmados, pero siguiendo con las voces. Qué energía trae la nueva generación, podrían usarla para meterse el dedo por el culo hasta reventar.
(Hubo que volver a escapar de casa, claro).
Bueno, pues así nos sentíamos ayer por la mañana.
Despertar un sábado a las 8 menos algo de la mañana, con tus vecinos de abajo recién llegados de fiesta, poniendo música chunda chunda, no es la forma más bonita de empezar el fin de semana. De hecho, puede ponerte de una mala hostia que dure tooooodo el día (y así fue). Qué enegía, qué voces, qué poder emanaba de esa casa llena de jóvenes en estados alterados, qué tranquilas quedaron sus madres cuando se fueron de casa.
¿Y qué ibas a hacer?. A partir de esa hora ya es legal meter jaleo, ¿no?.
Y vaya si lo metieron.
Cuando salimos de casa, a eso de las 12, ya íbamos de los nervios. Y a pesar de estar justo al lado de una plaza muy transitada, nos parecía, por contraste, silencioso. Nunca había agradecido tanto salir a la calle en Madrid. Qué silenciosos parecen los coches después de un buen chun-chun-chun acompañando a tu desayuno.
Cuando regresamos sobre las 4 de la tarde estaba todo en silencio, por fin, las bestias se habían dormido o se les había acabado las drogas.
Ya estábamos saboreando el silencio.
Y a las 7 volvieron a arrancar, más calmados, pero siguiendo con las voces. Qué energía trae la nueva generación, podrían usarla para meterse el dedo por el culo hasta reventar.
(Hubo que volver a escapar de casa, claro).